“El ego es solo un pensamiento. El verdadero ‘Yo’ no piensa; es.” Ramana Maharshi
El gran condicionamiento humano es que tenemos un sonido en nuestro interior que le otorgamos el mayor de los poderes: dirigir nuestros estados y crear nuestras realidades. Le llamamos pensamiento, el cuerpo mental. Y está desde nuestro nacimiento en el mundo, o la materia y estará hasta el final de nuestros días. Por eso es tan importante saber darle su lugar, un lugar sagrado.
El inconveniente es que hasta que nos damos cuenta, o le ponemos la atención necesaria, este pensamiento tiene una vida propia. Una vida que es un producto de todo lo vivido, es un personaje único, es lo que haces llamar yo. Yo soy… y esos puntos suspensivos son aquí, un manifiesto de lo infinito (adjetivos y juicios sin fin) que te hacen sentir súper bien contigo mismo o sentir que no eres suficiente, pero al final, ambas polaridades tienen la misma raíz, “yo soy…”.
El “mundo” del despertar y la espiritualidad, entendiendo “mundo” como ese nuevo lenguaje adquirido a través de los conceptos (el conocimiento, te acuerdas?) siguen siendo un gran peligro. Porque suenan súper bonitos, importantes, elevados, tienen un vocabulario y un sentido precioso, incluso te llevan a emociones! hasta te llevan a querer “iluminar” a las personas de tu entorno. Es una red del último ego que tendremos que atravesar: el ego espiritual. Pero en esto profundizaremos en otro momento.
Lo que quiero que comprendas, sanghi, es que para destronar al ego, quitarle del altar de la conciencia, sólo tienes que ser muy consciente de cuando salta, y salta todo el tiempo. De muchas formas, con muchas palabras: incómodas, bonitas, elegantes, elevadas, destructoras, a veces en forma automática, a veces en forma de rumiación, con justificaciones, con charlas, con los ojos abiertos o cerrados. Quiero que comprendas que siempre está ahí, llevándote cada día a un nuevo “yo soy” (cuando hay evolución) y a un “yo soy” perpetuo (identidad).
Por eso empezamos con los 5 pilares que nos sostienen para destronar al ego, y que en vez de darle el trono, le demos el lugar de “mano del rey” como en Juego de tronos. Esa figura que está para llevar a cabo todos los deseos del rey, con devoción y un respeto tremendo, hasta incluso perder la vida si es necesario, por el rey. Esto es trascender el ego, ser capaz de hacer morir nuestro personaje, por devoción al rey; para el pueblo y para la mano del rey, el rey es la manifestación de Dios en la tierra. Ese rey, ese Dios, es tu Ser Interior. Es lo que queda cuando quitamos el “yo” del “soy”.
SOY es lo que queda cuando no hay “yo”. Y aunque parezca algo inalcanzable y dejamos solo para los “iluminados” o los monjes, ese SOY está todo el tiempo. Como el dedo de tu mano, simplemente, siempre está. Es tu Esencia primordial. Es el que observa impasible, sin cuerpo mental, emocional ni físico. Es Dios, Brahman, o como lo quiera llamar el “yo”. Es indescriptible e innombrable, porque no cabe en el límite de la materia, o de una palabra.
Hoy te presento a Ramana Maharshi, se pasó toda su vida, desde que despertó con apenas 16 años, recordándonos algo tan simple como infinito: que nuestra verdadera naturaleza es el Ser, más allá de toda identificación.
No creó una escuela. No pidió discípulos. No predicó dogmas. Solo señalaba, incansablemente, al “yo soy” como una presencia viva, silenciosa, siempre disponible.
Vivía lo que enseñaba: la quietud. Y en esa quietud, decía que si una persona podía sostener la pregunta “¿Quién soy yo?” hasta llegar al origen mismo del pensamiento, descubriría que el “yo” desaparece… y queda solo el Ser. (Como estamos haciendo nosotros en estas primeras prácticas de meditación preguntándonos con una mente abierta, quién soy”)
El Ser no tiene nombre, ni forma, ni historia. No puede ser descrito, solo vivido. “No eres el cuerpo, ni la mente, ni tus historias. Eres eso que sabe que todo eso está ocurriendo.”
Y lo más hermoso: para él, no había que ir a una cueva ni dejar la vida cotidiana. Solo había que habitar cada pensamiento y cada emoción como una oportunidad para volver al corazón del Ser.
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Lo siento, de verdad, lo he vuelto hacer: tratar de hablar de lo que hay detrás del personaje.
Tómalo como esa parte de CONOCIMIENTO. Nutre a tu mente con palabras que sanan. Que pican un poco a tu personaje, que le quitan importancia.
Luego, conecta con la INTENCIÓN a la que te lleva querer conectar con el “soy”, a ver con curiosidad dónde se abre espacio en tu interior y si lo puedes sentir en tu corazón.
Presta ATENCIÓN todo el día de hoy, de mañana, de pasado y cada día a ver cómo funciona ese cerebro, tecnología perfecta de la conciencia primordial, o Dios, para poder traer la experiencia de solo SER a la materia. Presta ATENCIÓN (si, doble intención sobre la atención) de ver cómo y qué surge.
INDAGA con la mente nueva que vas creando cada día, con lo que aprendes y el silencio que empiezas a generar cuando meditas todos los días. Mira cómo habla tu personaje, obsérvalo, este es el otro escalón del conocimiento, tu reflexión según tu momento personal. Cuestiónale, sin miedo, sin vergüenza, con valor.
Y nunca jamás, le quites importancia a lo que te acercará cada día más a tu observador, tu guía, tu rey, tu Dios, tu Esencia: LA PRÁCTICA DEL SILENCIO.
¿Tiene sentido?
“La búsqueda del Yo es la devoción más grande. Cuando uno se mantiene en el Ser, sin identificarse con nada más, eso es verdadero amor.” (Ramana Maharshi)
Pero esta frase, tendrás que hacerla sabiduría y experimentarla de una manera: sentándote todos los días en silencio y quietud.
¿Alguna duda o reflexión? escribe y comparte con la sangha! TENGO MUCHAS GANAS DE VERTE PROACTIVO/A y que puedas percibir sus regalos!