De la reacción a la raíz: El niño interior como portal al inconsciente
Querida Sangha, Esta semana nos hemos sumergido en uno de los terrenos más delicados y reveladores del camino interior: el ego que reacciona, ese mecanismo automático que defiende, esconde, grita o se esconde… y que tantas veces esconde una herida no vista. Lo hemos hecho con valentía. A través de la observación de nuestras respuestas emocionales intensas —esas que nos sacan de nuestras casillas o nos hacen sentir desproporcionadamente mal— estamos empezando a mirar más allá de la superficie, más allá de “lo que pasa”, y entrar en contacto con el lugar desde donde todo eso surge: nuestra historia emocional inconsciente. Y ahí, inevitablemente, aparece la figura de nuestro niño interior. Arquetipo que ha salido de forma natural en nuestra conversaciones y que he considerado importante nombrar. 🧒 ¿Qué es el niño interior? El niño interior es un concepto con raíces en la psicología profunda de Carl Jung, quien lo definía como un arquetipo: una energía universal que todos llevamos dentro y que representa nuestra sensibilidad original, nuestras heridas más tempranas y también nuestras capacidades creativas más puras. Desde el punto de vista terapéutico y contemplativo, el niño interior es esa parte de ti que vivió las primeras experiencias de vida sin filtros: absorbió todo, interpretó a su manera, y desarrolló respuestas emocionales automáticas para sobrevivir en su entorno. Y sigues viviendo tu realidad desde este niño/a, es lo que llamamos inconsciente. De hecho, como cuento en Despertar Ahora, entre los 0 y los 7 años nuestro cerebro opera como si estuviera en un estado hipnótico constante. No había filtros. Todo lo que viviste (incluso lo que hoy te parece “insignificante”) dejó una impresión emocional en tu sistema nervioso, en tu cuerpo y en tu forma de responder a la vida: educación, sistema social, cuentos, amigos... Digamos que es la base de reacciones emocionales que estimulan el piloto automático y la rumiación posterior. Es nuestro inconsciente, y lo que se puede llamar nuestro destino.Parafraseando a Jung: