“El ego es solo un pensamiento. El verdadero ‘Yo’ no piensa; es.” Ramana Maharshi El gran condicionamiento humano es que tenemos un sonido en nuestro interior que le otorgamos el mayor de los poderes: dirigir nuestros estados y crear nuestras realidades. Le llamamos pensamiento, el cuerpo mental. Y está desde nuestro nacimiento en el mundo, o la materia y estará hasta el final de nuestros días. Por eso es tan importante saber darle su lugar, un lugar sagrado. El inconveniente es que hasta que nos damos cuenta, o le ponemos la atención necesaria, este pensamiento tiene una vida propia. Una vida que es un producto de todo lo vivido, es un personaje único, es lo que haces llamar yo. Yo soy… y esos puntos suspensivos son aquí, un manifiesto de lo infinito (adjetivos y juicios sin fin) que te hacen sentir súper bien contigo mismo o sentir que no eres suficiente, pero al final, ambas polaridades tienen la misma raíz, “yo soy…”. El “mundo” del despertar y la espiritualidad, entendiendo “mundo” como ese nuevo lenguaje adquirido a través de los conceptos (el conocimiento, te acuerdas?) siguen siendo un gran peligro. Porque suenan súper bonitos, importantes, elevados, tienen un vocabulario y un sentido precioso, incluso te llevan a emociones! hasta te llevan a querer “iluminar” a las personas de tu entorno. Es una red del último ego que tendremos que atravesar: el ego espiritual. Pero en esto profundizaremos en otro momento. Lo que quiero que comprendas, sanghi, es que para destronar al ego, quitarle del altar de la conciencia, sólo tienes que ser muy consciente de cuando salta, y salta todo el tiempo. De muchas formas, con muchas palabras: incómodas, bonitas, elegantes, elevadas, destructoras, a veces en forma automática, a veces en forma de rumiación, con justificaciones, con charlas, con los ojos abiertos o cerrados. Quiero que comprendas que siempre está ahí, llevándote cada día a un nuevo “yo soy” (cuando hay evolución) y a un “yo soy” perpetuo (identidad).