2d • Muro Principal
Cuando el cambio empieza por un simple vaso de agua
Nunca imaginé que una decisión tan sencilla como cambiar el agua que bebía iba a transformar tantos aspectos de mi vida.
Porque, aunque en mí ha habido cambios muy grandes desde entonces, también han aparecido otros más pequeños, cotidianos, que son los que sostienen mi bienestar día a día.
Uno de ellos es el desayuno.
Antes desayunaba en cualquier sitio y de cualquier manera.
Hoy necesito hacerlo en casa, en calma, escuchando a mi cuerpo.
Y todo empieza antes del desayuno, con mis dos vasos de agua Kangen.
Ese primer gesto es como una campanilla tibetana que despierta mi sistema: una sensación ligera, casi vibrante, propia de un agua ionizada que “enciende” algo dentro de mí y me trae al presente sin esfuerzo.
Después llega mi ritual:
el verde vivo del kiwi, la nuez recién abierta, el pan que mi cuerpo agradece, una cucharadita de miel que me conecta con lo natural…
No es un ritual sofisticado, pero sí es un ritual consciente.
Y me doy cuenta de que lo disfruto porque digestivamente estoy mejor, porque mi energía es distinta y porque empiezo la mañana cuidándome de verdad.
A veces los grandes cambios empiezan por decisiones pequeñas.
Para mí, elegir qué agua bebo fue una de esas decisiones que, con el tiempo, lo ha cambiado todo.
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