A veces los clientes parecen estar totalmente convencidos de que algo no va a funcionar, el financiamiento es complicado, el proyecto no les convence o simplemente sienten que están asumiendo demasiado riesgo. Pero muchas veces no es un “no” definitivo, es una oportunidad para educarlos y generar confianza. 💡
Lo he visto un montón de veces: escuchamos una objeción y automáticamente sentimos que la venta está perdida. Pero en realidad, la clave está en entender de dónde viene esa duda. ¿Es miedo a endeudarse? ¿Falta de información sobre la plusvalía o los números? ¿Desconfianza en el mercado? Cuando logramos identificar la raíz, tenemos una oportunidad de oro para demostrar nuestro conocimiento y capacidad de asesoría.
Nos pasó recientemente con un cliente: en lugar de quedarnos en el “no”, nos tomamos el tiempo de explicar por qué ese proyecto era rentable, revisamos los números y analizamos el potencial de la zona para renta corta. Y lo más importante, lo hicimos sin imponer nuestro punto de vista, sino mostrando opciones y dejando que el cliente sacara sus propias conclusiones. Al final, logramos que el cliente continuara con la compra y, además, nos recomendó con un amigo.
💪 La venta no se gana con discursos perfectos, sino con empatía y argumentos reales.