Dios no es apresurado para enojarse ni castigar, sino que espera con paciencia que el ser humano se acerque a Él. Su misericordia es tan grande que, aun cuando fallamos, nos ofrece perdón y nuevas oportunidades. Esta verdad nos invita a imitarlo: ser pacientes con los demás, perdonar con amor y mostrar compasión en lugar de enojo. 💖