En el mapa de Dios, no manda el deseo, manda la guía.
Romanos dice que los hijos de Dios son guiados por el Espíritu de Dios. Eso no significa que nunca sienten lucha, sino que aun cuando el deseo habla fuerte, la voz de Dios pesa más. El Espíritu no siempre quita la tentación, pero sí da dirección en medio de ella.
Ser guiado por el Espíritu es aprender a detenerse a tiempo. Es escuchar esa inquietud santa que dice “hasta aquí”, y obedecer aunque cueste. Esa voz no acusa, protege. No avergüenza, afirma tu identidad como hijo.
En el mapa humano, decide el impulso. En el mapa de Dios, decide la voz que gobierna tu interior.
Pregúntate: ¿Qué voz estoy dejando dirigir mis decisiones cuando hay lucha dentro de mí?
Declara: “Espíritu Santo, guíame. Que Tu voz pese más que cualquier deseo.”
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