En el mapa de Dios, la verdadera fuerza no se mide por nuestras reacciones impulsivas. Para Dios, el fuerte es el que se domina a sí mismo cuando todo por dentro quiere explotar. Ese es el misterio, vencerte a ti mismo es una victoria más grande que ganar cualquier batalla externa.
Dios honra al que no se deja llevar por los impulsos, al que respira profundo cuando quiere gritar, al que piensa antes de responder, al que decide no dejar que sus emociones lo manejen. Ese autocontrol no es debilidad, es señal de madurez espiritual.
En el mapa humano, el que “no se deja” es fuerte. En el mapa de Dios, fuerte es el que se gobierna por dentro y deja que el Espíritu Santo lo dirija.
Pregúntate: ¿Qué parte de mi interior necesito aprender a gobernar para caminar más alineado a Dios?
Declara: “Señor, dame dominio propio. Ayúdame a ganar mis batallas internas y a en vez de reaccionar poder responder con sabiduría.”
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