Mucha gente piensa que progresar es emocionante. En realidad, es repetitivo. Es como hacer las mismas pequeñas cosas sin que nadie te vea. Es como cuestionarte a ti mismo sin dejar de estar presente. Se siente lento antes de sentirse gratificante.
El crecimiento rara vez se anuncia temprano. Se construye silenciosamente a través de la constancia, no de la motivación. Los días que parecen tranquilos suelen ser los que más esfuerzo aportan. La claridad no viene antes de la acción, sino que surge de ella. Y la confianza se gana cumpliendo las promesas que te haces a ti mismo.
Si sigues avanzando, aunque sea de forma imperfecta, ya estás por delante. El único error real es detenerse porque no sientes que la velocidad es suficiente.
Mantente en el juego. Sigue construyendo. Todo suma.