1- El oro acude fácilmente y en cantidades siempre importantes al hombre que reserva no menos de una desama parte de sus ganancias para un bien en previsión del futuro de su familia. 2- El oro trabaja con diligencia y de forma rentable para el poseedor sabio que le encuentra un uso provechoso, multiplicándoselo incluso como los rebaños en el campo. 3- El oro permanece bajo la protección de poseedor prudente que lo in vierte según los consejos de hombres sabios. 4- El oro escapa al hombre que lo invierte sin fin alguno en empresas que no le son familiares o que no son aprobadas por aquellos que conocen la forma de utilizar el oro. 5- El oro huye del hombre que lo fuerza en ganancias imposibles, que sigue el seductor consejo de defraudadores y estafadores o que se fían de su propia inexperiencia y de sus románticas intenciones de inversión.