Cuando medito, siento que me reconecto conmigo misma de una forma profunda y serena. Es como si el ruido del mundo se apagara por un momento y pudiera escuchar con claridad lo que realmente importa.
Me ayuda a liberar tensiones, a calmar mi mente y a encontrar respuestas que a veces se pierden entre el caos del día a día.
Con cada respiración consciente, me doy permiso de estar presente, de sentir sin juicio, y de cultivar una paz que no depende de lo externo. Meditar me ha enseñado a vivir con más intención, más compasión y más equilibrio, a estar más presente.