¿Comprar casa o rentar? El error financiero que nadie te contó by El señor de las rentas : Mi método del negocio de las rentas para conquistar la libertad financiera
Desde que somos niños en Latinoamérica, una frase se repite como un mantra en nuestros hogares: “Mijo, hazte de tu casa”. Crecemos con la idea de que el pináculo del éxito es comprar una vivienda, el lugar donde veremos crecer a nuestra familia y forjaremos nuestro futuro. La ilusión de la casa propia nos llena de emoción y orgullo, pero también nos ata a una realidad que pocas veces cuestionamos: ¿es realmente la mejor decisión financiera? Para muchos, la compra de una casa representa estabilidad, pero también puede convertirse en una limitante. Cuántas veces hemos escuchado historias de personas que rechazan una oportunidad laboral porque queda demasiado lejos de su vivienda o de familias que sacrifican su calidad de vida para pagar una hipoteca interminable. Lo que comienza como un sueño puede convertirse en una cadena. Activo o pasivo: la diferencia que lo cambia todo. En el mundo de las finanzas personales, los inmuebles pueden ser activos o pasivos. Un activo genera ingresos, un pasivo consume recursos. La casa que compras con ilusión, pero en la que solo vives, es un pasivo: mantenimiento, servicios, remodelaciones, impuestos... todo suma a una lista de gastos que, a la larga, pueden volverse una carga. Por el contrario, una propiedad que genera ingresos a través del alquiler puede ser una fuente de estabilidad económica. Es la diferencia entre comprar con emoción y comprar con visión. La revolución del alquiler En países como México, con casi 130 millones de habitantes y alrededor de 30 millones de viviendas, la realidad es que muchas personas no pueden acceder a una casa propia. Como resultado, viven con sus familias, en casas prestadas o en condiciones de hacinamiento. La situación está cambiando: se estima que para 2050, el 60% de la población en México vivirá en casas rentadas, invirtiendo la tendencia histórica de la propiedad como estándar de vida. Este cambio no solo responde a la dificultad de comprar una vivienda, sino también a un cambio en la mentalidad. La flexibilidad del alquiler permite a las personas moverse según sus necesidades laborales o personales. Además, el auge del trabajo remoto ha impulsado un fenómeno global: los nómadas digitales, profesionales que pueden trabajar desde cualquier parte del mundo sin estar atados a una hipoteca.