No esperes señales en el cielo… el milagro eres tú.
Muchos aún esperan que el Mesías regrese. Que un día, las nubes se abran, y una figura sagrada descienda para traer justicia, paz, y esperanza.Que vuelva como hace más de 2.000 años, con palabras que calmen tormentas y gestos que curen heridas.Pero… ¿y si ese regreso no se parece en nada a lo que esperamos? ¿Y si ya está aquí? ¿Y si el Mesías ha vuelto…en forma de cada corazón que elige amar a pesar del dolor,de cada persona que actúa desde la compasión y no desde la rabia,de cada alma que, en silencio, sigue apostando por el bien? Quizás ya regresó… Cuando alguien se arrodilla junto a una cama de hospital,cuando una madre perdona lo imperdonable,cuando una maestra enseña a mirar el mundo con ternura,cuando un joven decide levantar a otro en vez de juzgarlo. No hacen milagros espectaculares…pero cada acto de bondad es un milagro.No multiplican panes, pero reparten su tiempo, su voz, su escucha.No caminan sobre las aguas, pero se sumergen en las heridas de otros para sostenerlos. ¿Y si esa es la verdadera segunda venida?¿Una presencia que no se anuncia con trompetas,sino que se manifiesta en el alma de quienes no se rinden? Tal vez el Mesías no necesita encarnarse en uno solo.Tal vez decidió regresar en cada uno de nosotros…cuando elegimos la compasión en lugar del juicio,la humildad en vez del ego,la justicia por encima de la indiferencia. Mira a tu alrededor.Pero sobre todo… mira dentro de ti. ¿A quién conoces que encarne esa esencia?¿Y qué parte de ti está también llamada a despertarla? Esta Semana Santa, no solo te preguntes quién fue Jesús.Pregúntate cómo puedes seguir su legado.No desde la religión, sino desde la acción.Desde lo pequeño. Desde lo real. Porque cada gesto de cuidado, de empatía, de dignidad…es un paso en ese camino que se emprendió hace más de 2000 años.Un camino que no ha terminado. Que sigue.Y que, con tu forma de estar en el mundo, tú también puedes continuar. No esperes al Mesías.Tal vez… ya habita en ti.