La sanación como camino: Un viaje con la medicina del Yagé
El pasado fin de semana, tuve el privilegio de compartir una experiencia transformadora junto a una comunidad que se ha convertido en mi hogar espiritual: POLVO ERES. En este círculo de almas valientes, nos reunimos para recibir la medicina, abrir nuestras mentes y expandir nuestros corazones en una ceremonia que marcó un antes y un después en nuestra evolución personal. 🌿💫
Desde tiempos inmemoriales, las culturas indígenas han sabido que la verdadera sanación no se encuentra únicamente en el cuerpo, sino en el espíritu, en la conexión con la naturaleza y en la reconciliación con nuestras propias sombras. Y es en este profundo entendimiento donde el yagé, esta medicina sagrada, nos guía de vuelta a nuestro centro.
Mi taita, Otoniel Díaz Queta, un sabio indígena y maestro de mi camino espiritual, ha sido la brújula en mi proceso de autoconocimiento y sanación. Allí, en el corazón de la selva, rodeado por la infinita sinfonía de la naturaleza, me miró con la certeza de quien ve más allá de lo visible y me dijo:
"Serás un mensajero de la medicina".
Esas palabras quedaron grabadas en lo más profundo de mi ser. Desde entonces, he comprobado con cada paso en este camino que donde pones el amor, simplemente florece. Y eso es exactamente lo que sucedió en esta última ceremonia.
La valentía de enfrentarse a uno mismo.
En esta ocasión, tres valientes almas, socios, estudiantes y miembros de nuestra comunidad, decidieron dar el paso. Dejaron atrás sus miedos, sus dudas y los muros que la mente construye, para entregarse a la experiencia de la medicina con el corazón abierto. Sanar no es para todos, pero aquellos que eligen este camino encuentran una fuerza que no sabían que habitaba dentro de ellos.
Lo que vivimos juntos fue una de las noches más intensas, más retadoras y, al mismo tiempo, más poderosas de toda mi existencia. La medicina nos llevó al límite, nos mostró lo que aún nos queda por sanar y, en su infinita sabiduría, nos recordó que para renacer, primero debemos enfrentarnos a la oscuridad.
La ciencia moderna comienza a comprender lo que las tradiciones indígenas han sabido por siglos: que las plantas maestras como el yagé tienen la capacidad de resetear la mente, desbloquear traumas almacenados en el cuerpo y liberar emociones reprimidas. Neurológicamente, la ayahuasca activa conexiones sinápticas que rara vez usamos, generando una reestructuración de nuestros patrones de pensamiento y permitiéndonos ver la realidad desde una perspectiva completamente nueva.
Pero la verdadera magia de este proceso no está solo en lo que la medicina hace en nosotros, sino en lo que nosotros decidimos hacer con lo que nos muestra. Cada visión, cada sensación, cada lágrima derramada es una oportunidad para transformar el dolor en aprendizaje, el miedo en amor y la confusión en claridad.
La medicina no sana por sí sola, nos muestra el camino. Pero somos nosotros quienes debemos caminarlo.
El poder de guiar y ser guiado
Tener la oportunidad de acompañar y guiar procesos de crecimiento personal no solo ha sido un honor, sino que se ha convertido en un pilar fundamental de mi propio proceso de sanación. Ver a otros enfrentarse a sus propios demonios y salir del otro lado con el espíritu renovado me recuerda por qué elegí este camino y por qué cada ceremonia es un renacer.
Hoy comparto con ustedes el testimonio de uno de los valientes que me acompañaron en esta experiencia. Su historia es un reflejo de lo que muchos hemos vivido en este viaje de autoconocimiento y transformación. Espero que, al leerlo, encuentres en sus palabras la inspiración para dar el primer paso en tu propia sanación.
Nos vemos en la próxima toma. 🌱🔥💛