Hoy leí el artículo de Andrea Collazo sobre cómo el miedo se disfraza de excusas en los negocios digitales. Me senti identificada.
Porque yo también me escuché diciendo cosas como:
• “Cuando entienda bien la tecnología, arranco.”
• “Cuando todo esté perfecto, me muestro.”
La verdad: detrás de esas frases había puro miedo.
EL PUNTO DE QUIERBRE
Pero algo cambió en noviembre de 2022.
Una amiga, que siempre me manda lo último en tecnología, me escribió:
“Esto te va a encantar, es como tener una mente extra al lado.”
Ese “esto” era ChatGPT.
Lo abrí con intriga, desconfianza y un poquito de escepticismo.
Y sí: fue amor a primera vista.
No porque entendiera todo, ni porque me sintiera segura usándolo.
Fue porque, por primera vez, la tecnología no me pedía más… sino que me dio un respiro.
EL APRENDIZAJE
Ahí entendí: el miedo siempre está, pero deja de ser freno cuando probás.
Ese noviembre me animé a dar un paso chiquito: pedirle a la IA que me redactara el borrador de un correo en alemán para un cliente.
No fue perfecto, pero me ahorró veinte minutos de bloqueo mental y, lo más valioso, ya no tuve que depender de mi esposo para revisar los emails en alemán.
Ese día descubrí algo simple y poderoso:
• No necesitaba tenerlo todo bajo control para avanzar.
• No necesitaba esperar el momento perfecto.
• Solo necesitaba dejar que la curiosidad fuera más fuerte que el miedo.
LO QUE QUIERO DEJARTE HOY
Si hoy estás entre pendientes y excusas que suenan lógicas, quiero decirte algo: no estás fallando, solo estás intentando hacerlo todo sola.
El miedo nunca desaparece del todo.
Pero ese día de noviembre aprendí que la curiosidad puede abrir puertas que el miedo insiste en cerrar.