Algo que he ido aprendiendo en mi propio camino es que no es lo mismo estar todo el día ocupada que estar de verdad comprometida con mi proyecto.
Ocuparme, claro que me ocupo: publicar, responder mensajes, preparar contenidos… todo eso es parte del trabajo.
Pero el compromiso va más allá.
Para mí significa tener claro hacia dónde quiero ir, y trabajar con constancia aunque los resultados no sean inmediatos.
He visto que cuando me dejé llevar por la urgencia del “tengo que vender ya” o “esto tiene que salir mañana”, terminé agotada y con la sensación de no avanzar.
En cambio, cuando me paro desde el compromiso, me permito dejar que las cosas maduren.
Como cuando sembrás algo: lo regás, lo cuidás, pero sabés que el fruto no aparece de un día para el otro.
Y ese compromiso no es solo con el negocio.
También es conmigo, con la vida que quiero disfrutar mientras construyo. Porque de nada sirve alcanzar objetivos si en el camino me pierdo la vida que valoro.
Entonces, me pregunto y te pregunto:
👉 ¿Estás realmente comprometida con lo que querés crear, o solo corriendo detrás de pendientes?
👉 ¿Tus acciones reflejan ese compromiso, aunque sean chiquitas?
👉 ¿Cómo podés sostener tu proyecto sin dejar de lado tu propia vida?
En mi experiencia, la clave no está en la rapidez, sino en la coherencia.
No se trata de hacer por hacer, sino de elegir con claridad qué acciones me acercan a lo que deseo y sostenerlas en el tiempo.
El compromiso verdadero se siente distinto: no pesa, da calma. Porque sabés que cada paso, por pequeño que sea, te está acercando a tu meta.
✨ Y vos, ¿con qué parte de tu proyecto sentís hoy mayor compromiso?