Hoy la práctica fue sobre algo que me costaba entender: cómo combinar tres planos distintos (general, medio y detalle) para que los colores se sintieran armónicos y reales. Dos eran en la cocina y otro ya en la mesa.
No es solo mover botones. Es aprender a jugar con el color hasta que la imagen se vea coherente, sustanciosa y potente. Y aunque al principio parecía complicado, con la práctica entendí que esto es lo que realmente se convierte en parte del día a día.
Un aprendizaje más que suma y que me ayuda a ver cómo, poco a poco, una imagen puede levantarse y contar la historia de otra manera.