No dejes nada para después. Después, el café se enfría. Después, pierdes el interés. Después, el día se convierte en noche. Después, las personas crecen. Después, las personas envejecen. Después, la vida pasa. Después, te arrepientes de no haber hecho algo… Cuando tuviste la oportunidad. La vida es un baile fugaz, un delicado equilibrio de momentos que se despliegan ante nosotros, para no volver jamás de la misma manera. El arrepentimiento es una amarga píldora que tragar, un peso que carga el alma con el fardo de oportunidades perdidas y palabras no dichas. Así que, no dejemos nada para después. Aprovechemos los momentos a medida que llegan, con el corazón abierto y los brazos extendidos para abrazar las posibilidades que se presentan ante nosotros. Porque al final, no nos arrepentimos de lo que hicimos, sino de lo que dejamos sin hacer, las palabras que no dijimos, los sueños que no cumplimos.